04 Junio 2025

Obstáculos invisibles: las barreras que enfrentan las mujeres en la política

A menudo se piensa que con llegar al cargo político, el camino está resuelto. Pero para las mujeres, ese es solo el comienzo. El sistema político continúa operando bajo una lógica patriarcal que impone múltiples barreras, muchas de ellas invisibles.

La desigualdad de género en la política no se reduce a los números. Aunque haya más mujeres electas, siguen existiendo trabas estructurales, culturales y simbólicas que limitan su accionar y su posibilidad de ejercer poder real.

Uno de los obstáculos más frecuentes es la subrepresentación en roles estratégicos. Las mujeres son electas, sí, pero suelen quedar relegadas a comisiones menores, sin incidencia directa en la toma de decisiones clave.

A esto se suma la carga de cuidado. Muchas mujeres políticas deben combinar su rol público con las tareas domésticas y familiares, sin el apoyo ni la comprensión de sus pares varones o de las instituciones. El tiempo político sigue siendo masculino.

También está la violencia simbólica y mediática. Se las juzga por su apariencia, su tono de voz, su vida privada. Se minimiza su discurso, se cuestiona su autoridad. Esta violencia cotidiana busca deslegitimarlas y debilitarlas emocionalmente.

Otro obstáculo es el aislamiento. En muchas estructuras partidarias, las mujeres son minoría, y no cuentan con redes de contención ni espacios seguros para compartir experiencias o diseñar estrategias conjuntas. La sororidad no es espontánea, hay que construirla.

Además, está la lógica de “doble vara”. A los varones se les perdona errores o se les reconoce como estrategas; a las mujeres, se les exige excelencia permanente, y se las acusa de emocionales o improvisadas cuando toman decisiones firmes.

Frente a este escenario, no basta con abrir espacios. Es necesario transformar las reglas del juego, capacitar en género a las estructuras partidarias, implementar sanciones reales frente a la violencia política y garantizar condiciones de paridad efectiva.

Las mujeres no necesitan adaptarse a un sistema injusto. La política necesita cambiar para que ellas puedan ejercerla desde su identidad, su mirada y sus prioridades. No para ser aceptadas, sino para transformar desde adentro.

Denunciar estos obstáculos no es victimizarse. Es visibilizar que la igualdad no se logra solo con leyes, sino con prácticas diarias, voluntad institucional y una nueva cultura política basada en la justicia social.

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