04 Junio 2025
Mentoras políticas: el poder de acompañar a otras mujeres
En un mundo político que muchas veces es solitario y hostil, contar con una mentora puede ser el factor diferencial para que una mujer continúe o abandone su camino en la vida pública. La mentoría política no es solo formación: es una forma de resistencia y construcción colectiva.
Una mentora política es una mujer con experiencia que decide poner su tiempo, conocimientos y red de contactos al servicio de otras. Esta decisión no es menor: implica romper con la lógica individualista que muchas veces domina el ámbito político.
Ser mentora es acompañar procesos, abrir puertas, escuchar con empatía, y también advertir sobre riesgos. Es ofrecer herramientas concretas para navegar la política desde la identidad propia, sin renunciar a la ética ni a la mirada de género.
El acompañamiento entre mujeres fortalece emocionalmente, acorta las curvas de aprendizaje, y construye confianza. Las mentoras también ayudan a desnaturalizar violencias cotidianas, compartir estrategias y construir comunidad.
En muchos casos, las mentoras fueron también pioneras. Transitaron escenarios hostiles, rompieron barreras y enfrentaron discriminación. Esa experiencia las convierte en referentes que pueden enseñar no solo lo que hay que hacer, sino lo que hay que transformar.
La mentoría no debe entenderse como un proceso informal o improvisado. Debe estar estructurada, reconocida y valorizada como parte fundamental del desarrollo político de las mujeres. Crear redes de mentoría fortalece los liderazgos y democratiza el conocimiento.
Las mentoras también ganan. Acompañar a otras mujeres revitaliza el compromiso, genera nuevos aprendizajes y teje alianzas. En contextos donde las mujeres suelen estar aisladas, la mentoría construye puentes.
A su vez, la existencia de mentoras visibles permite que las jóvenes puedan imaginarse en roles de poder. Lo que no se nombra, no existe. Y lo que no se ve, no se desea. Las mentoras muestran que ser mujer y ejercer el poder de forma ética es posible.
Para potenciar este círculo virtuoso, es necesario institucionalizar espacios de mentoría, crear plataformas que conecten a mentoras y aprendices, y reconocer públicamente su aporte. Cada mujer que sube, debe dejar la puerta abierta para la siguiente.
Una democracia sólida necesita liderazgos diversos, éticos y formados. Las mentoras políticas son clave para esa transformación. No son solo guías: son motoras del cambio.